- Reflexionamos sobre los saberes ancestrales como soluciones vivas a la crisis climática.
- Hacemos un llamado a pasar de la esperanza a la sembranza de fruturos ancestrales.
- Convocamos a conectarnos entre territorios a través de Milpamerica.org
- Cuestionamos la COP-tación: hacer del dinero un pretexto.
¿Sabemos qué soluciones a la crisis climática ya existen en nuestras comunidades y están vivas? ¿Sabemos qué soluciones no requieren grandes fondos o canjear naturaleza por deuda para sostenerlas? ¿Sabemos qué soluciones no necesitan corporaciones o gobiernos para echarlas a andar? Para obtener las respuestas no necesitamos ser expertas en el tema, políticas o científicas, académicas o periodistas, sólo necesitamos dos sentidos comunes: respeto y responsabilidad.
Sembranza
Paisaje Sonoro Milpamérica
En medio de esta crisis ambiental, social, económica y espiritual, nos preguntamos una y otra vez ¿aún existe la esperanza? ¿cómo hacemos frente a la ansiedad y a la tristeza de estos tiempos sin sentido?
Dicen los abuelos que no podemos seguir esperando a que alguien más solucione este problema, la esperanza tiene que pasar a la sembranza. La siembra de nuestros sueños y deseos, los mundos que van a florecer cuando esta cultura occidental que ha desatado la fiebre de la Madre tierra llegue a su fin.
¿Pero cómo vamos a sembrar si nos hemos alejado de la tierra? Hace dos años, en la Declaración de Milpamérica nos nombramos soluciones vivas a la crisis climática aquellos pueblos, colectivas y personas que curamos los cuerpos – territorios – espíritus en tiempos de ecocidio y genocidio. Y seguimos preguntándonos ¿Quién defiende a quienes defienden la madre tierra?
Hace dos años denunciamos la absurda idea de ‘salvar’ al capitalismo y al colonialismo con crecimiento económico y desarrollo sustentable que promocionan los grandes corporativos y los Estados Nación. También declaramos que en nuestros pueblos y territorios ancestrales vive la cura a los males de estos tiempos. Nuestras palabras hicieron ecos y escuchamos de vuelta: Recuperar la tierra es la estrategia, volver a la tierra es la ceremonia.
Los saberes ancestrales son la ciencia que por generaciones han sistematizado nuestras abuelas y abuelos, las prácticas cotidianas que sostienen la vida, los sabores de la tierra, la existencia que es resistencia; los idiomas que cantan otros mundos posibles, el fuego, el copal, la conexión con lo espiritual, la medicina y las formas de cura con la tierra. Son los cuidados, el descanso, la resolución de conflictos y construcción de justicia comunitaria.
¿Por dónde empezar? Acércate a Milpamerica, camina con nosotres, respondamos juntes al llamado:
FRUTUROS
¿Los jóvenes son el futuro? ¿Y si el tiempo es cíclico, qué es el futuro? ¿Cómo hacemos de los saberes ancestrales, una herramienta para entender y enfrentar con dignidad el mundo moderno y la crisis climática?
Las soluciones a la crisis climática implican un cambio de relación entre las personas y el planeta. Dice una mujer guerrera que el problema no es cuánto tiempo tarda un árbol en dar frutos, sino cuánto tiempo tardas en decidir sembrarlo. ¿Cuál es el rol de las infancias y juventudes de los pueblos ancestrales? Quizá no nos corresponde responder, quizá tengamos más preguntas que respuestas, pero probablemente esa es la humildad con la que debemos enfrentarnos a una crisis civilizatoria.
Habrán escuchado el ya desgastado “los jóvenes son el futuro”, nos repitieron tantas veces una idea de tiempo lineal, con inicio desenlace y final, donde la innovación y las soluciones a los problemas del presente serán descubiertos el día de mañana. ¿Y si el tiempo es cíclico, dónde queda el futuro?
Por un momento piensa en la abuela de la abuela de tu abuela, tal vez vivía en su pueblo, tal vez hablaba su lengua, pedía permiso a la tierra para pisarla a pesar de que su espiritualidad había sido prohibida varios siglos atrás. Comía de lo que sus manos cocinaban, de lo que sus manos cosechaban, sabía leer los tiempos de la tierra y curarse junto con ella. Fue heredera de generaciones de mujeres y hombres que tuvieron que resistir para existir. La historia de nuestras ancestras ha sido todo menos romántica. Porque por más de 500 años, estar vivos ha sido el logro más importante. En tierra arrasada, el fruturo es aquél que puede regenerar la vida.
A pesar de la guerra, del ecocidio y el genocidio, las ancestras sembraron y cuidaron los territorios que hoy son 36% de las áreas claves para la biodiversidad global.
Esto que llaman modernidad es únicamente consumo insaciable. Es la idea de crecimiento infinito en un planeta finito, una bomba de tiempo de energías renovables, envuelta en cartón reciclable. No es que todo lo anterior sea mejor. No es que antes no existieran problemas o malas prácticas, pero la única cultura que nos arrastró a la Sexta Extinción Masiva a nivel planetario es la colonial y capitalista. Nuestra sobrevivencia depende de un cambio cultural radical. ¿Somos capaces de sembrar y cosechar otras formas de vida digna?
La razón de los frutos es cuidar y diseminar las semillas, transmitir el código de vida a la generación por venir. Para que la generación por venir eche raíz, haga semilla y transmita la vida. ¿Cómo hacemos de los saberes ancestrales, una herramienta para entender y enfrentar con dignidad el mundo moderno y la crisis climática?
Milpamerica.org puede ser una herramienta para sembrar Futuros Ancestrales.
COP-tación
Nota al pie: COP16 en Cali y COP29 en Baku: hacer del dinero un pretexto. Las soluciones están vivas y en otro lugar. La justicia climática está en las manos de los pueblos libres del mundo.
Desde Milpamérica, una de las regiones del mundo con mayor diversidad biocultural, herederas de culturas ancestrales, habitamos un tejido de territorios altamente vulnerables a la crisis ambiental, social, económica y espiritual. Nos preguntamos ¿qué es la justicia climática?
Miramos con frustración las conversaciones en la COP16 en Colombia y COP29 en Azerbaijan que centran las soluciones en fondos climáticos que dependen de la voluntad de los Estados Nación que en este preciso momento son cómplices de ecocidios y genocidios. Entendemos la urgencia económica en los territorios que han sido despojados y empobrecidos, pero esta economía verde es una trampa si no se cuestiona el problema de fondo. ¿Cuándo van a dejar de financiar la guerra contra los pueblos ancestrales y nuestros territorios?
Existen suficientes datos para demostrar que la fijación por capturar carbono resultó una distracción sin efectos contundentes, que el modelo de financiamiento y filantropía climáticas refuerzan las desigualdades preexistentes; en los casos más progresistas las empresas, gobiernos y organizaciones están obstinadas en una negociación financiera de intercambio de dinero por “servicios ambientales”. ¿Qué tan difícil es entender que la Madre Tierra no se vende?
Recientemente un comentario científico cuestiona que el 80% de la biodiversidad restante del planeta se encuentra en territorios indígenas. El artículo no plantea una propuesta para entender por qué el 91% de las tierras y territorios indígenas a nivel global están en regulares o buenas condiciones. No hay una sola mención a la colonización o al extractivismo que han arrebatado hasta el 99% de la tierra a los pueblos ancestrales en algunas regiones del planeta. A veces a la ciencia occidental le falta sentido común: sin el despojo histórico a los pueblos ancestrales, el planeta tierra estaría en mejores condiciones, no habría Sexta Extinción Masiva y colapso climático. Más allá de discusiones sobre cuantificar la vida, las evidencias demuestran que lo único insostenible para este mundo son los ricos, el consumo extractivo y la cultura colonial. De eso estamos estamos 100% seguras.
Cuando la conversación sobre la captura de carbono y los financiamientos climáticos COP-tan las narrativas sobre el futuro, la ancestralidad y las soluciones comunitarias, tenemos que ser cuidadosas en no reproducir historias que fortalezcan estructuras de desigualdad. Las tres piedras del comal que sostienen lo esencial de la vida nos recuerdan siempre preguntarnos: esta solución climática ¿es justicia para las personas? ¿es justicia para las comunidades? ¿es justicia para el planeta?
En respuesta a la incapacidad de los gobiernos, las instituciones internacionales y corporaciones para frenar el ecocidio y genocidio que son causantes de la crisis climática, desde Milpamérica nos organizamos para tomar en nuestras manos la acción climática y la organización que implica hacerle frente a esta crisis civilizatoria. ¿Te sumas?
Lab de Hackeo Cultural
Como parte del laboratorio narrativo #MilpaméricaResiste 2024, defensoras y defensores del territorio de México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica, co-creamos acciones de comunicación para sembrar narrativas en defensa de la vida y del territorio. Conócelas y súmate.
Ilustraciones en colaboración con Xaacto Navaja.
Laboratorio Narrativo y producción cultural por #HackeoCultural
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