En tiempos de crisis climática, el futuro es un territorio a defender.

En medio de esta sequía electoral, nace una red de resistencias narrativas. Ante la crisis climática que pone en riesgo nuestro futuro en el planeta, que pone en riesgo nuestras vidas y territorios, representantes de más de veinte pueblos indígenas nos organizamos para hacerle frente a esta emergencia. Para reforestar las mentes, para indigenizar los corazones.

Defendemos el territorio, nuestro modo de ser y existir; unimos esfuerzos y corazones a través de acciones de comunicación y creación de narrativas en defensa de la vida. Kiliwa, Cucapá, Nahua, Acolhua, Tzeltal, Tzotzil, Ñu Savi, Hñatho, Amuzga, Purépecha, Ayuuk, Afrodescendiente, Zapoteca, Popoluca, Maya, K’iche’, Wayuu, Zoque nos nombramos y germinamos como #FuturosIndígenas.

En tiempos de exterminio, ecocidio y genocidio

En tiempos de exterminio, ecocidio y genocidio; pandemias, saqueos, sequías extremas, incendios masivos, contaminación del aire, guerras por el agua, hambrunas regionales, comunidades desplazadas por las catástrofes climáticas, destrucción de los ecosistemas, extinción masiva de especies, en tiempos de muerte impuesta, nos organizamos.

Las voces de pueblos que por miles de años hemos defendido la vida en la tierra, tenemos una esperanza para compartir: las alternativas a la crisis climática ya existen, están vivas.

Los pueblos indígenas guardamos y procuramos la diversidad lingüística, cultural, espiritual y el 80% de la biodiversidad restante del planeta.  En nuestros territorios, en las prácticas de respeto y reciprocidad con la Madre Tierra, seguimos latiendo los futuros, pero nos están exterminando.

La catástrofe climática que hoy amenaza al planeta entero, es síntoma de una enfermedad que llegó hace más de 500 años a nuestros territorios. Es la colonización que masacró a decenas de millones de ancestros en esta y otras geografías. Son los Estados-Nación que parcelaron la tierra, impusieron fronteras y tratan de extinguir nuestras diversidades. Es el racismo y patriarcado que a las cuerpas de color de la tierra nos asesinan, marginan, oprimen y empobrecen. Es el capitalismo que pone al dinero por encima de la vida: ese vacío del espíritu que nos hace creer que la acumulación puede crecer de manera infinita en un planeta finito. 

La catástrofe del progreso, del desarrollo y su geopolítica llega a nuestras comunidades y pueblos en forma de mineras, monocultivos, megaproyectos, trenes y hoteles, refresqueras, hidroeléctricas, ciudades verticales, religiones impuestas, comida chatarra, basura electoral. Incluso llegan como promesas de mitigación del calentamiento global y soluciones tecnológicas que nos quieren recetar como medicina la misma enfermedad.

Sabemos que la crisis climática es consecuencia de los sistemas de desigualdad estructural que hoy gobiernan el mundo.

Estudios recientes demuestran que el 92% de los excedentes de emisiones de gases de efecto invernadero por persona están concentrados en los países ricos y en su modelo insostenible de consumo. Se necesitan 5 planetas tierra si la humanidad aspira al consumismo de un estadounidense promedio, pero si la aspiración de vida fuera la de una persona indígena, estaríamos dentro de los límites planetarios. ¿Qué nos dice eso sobre el futuro?

No proponemos volver al pasado. No romantizamos la precariedad. No negamos la existencia de nadie. No pedimos disculpas. Convocamos a asumir la responsabilidad de detener esta máquina de exterminio.

 

Sabemos que la crisis climática es consecuencia de los sistemas de desigualdad estructural que hoy gobiernan el mundo.

La cura de la tierra la nombramos defensa de la vida y del territorio. La nombramos gestión comunitaria del agua y la energía, autonomías territoriales, gobiernos indígenas, rescate de la diversidad lingüística, defensa de nuestra identidad, búsqueda de memoria y justicia, migrar sin fronteras, sembrar la milpa, volver a los tiempos cíclicos, honrar los saberes de las abuelas y abuelos, defender el futuro de las generaciones por venir, practicar otras formas de espiritualidad, organizar la fiesta en el barrio y la comunidad. Seguir rexistiendo.

Hay agua, alimentos y tierra suficientes para que todas las personas y vidas existan dignamente en este territorio llamado México, en esta casa común llamada Tierra. Podemos regenerar los sistemas de vida a los que está vinculado nuestro porvenir. Pero el cambio debe ser de raíz. Porque después de cada crisis no queremos volver a la normalidad, queremos volver a la tierra.  

En tiempos de crisis climática,
el futuro es un territorio a defender. 

#FuturosIndígenas
Abya Yala, junio 2021.