El 12 de Octubre de 1492 desembarcó de Europa la enfermedad que hoy conocemos como crisis climática y civilizatoria.
Hace 529 años, llegaron a Abya Yala los colonizadores quienes en pocos siglos ejecutaron uno de los genocidios más crueles de la historia humana. El 90% de la población originaria de este continente fue exterminada por guerras, hambrunas, despojo y pandemias. Se calcula que al menos 56 millones de personas perdieron la vida en este “encuentro de dos mundos”, y alrededor de 15 millones de vidas fueron esclavizadas y traídas desde África para trabajar en la nueva colonia. Por cada persona esclavizada que llegaba a las Américas, entre una y cinco morían durante la captura y el cautiverio en barcos cruzando el Atlántico.
Sobre un cementerio se fundó un modelo de mundo que pone al dinero por encima de la vida. El colonialismo, capitalismo, patriarcado, antropocentrismo y racismo son los pilares que sostienen la desigualdad estructural que es causa fundamental de la crisis climática.
Tenemos rabia en el corazón porque el exterminio continúa en nuestros territorios. ¿Cómo los sabemos? Porque en los últimos 50 años ha sido aniquilada el 94% de la población animal en Abya Yala. Porque el fuego y la fiebre consecuencia del calentamiento global consumen la naturaleza. Porque la codicia de unos pocos arrasa con la vida en nuestros territorios. Porque siguen asesinando a nuestras hermanas y hermanos que defienden la tierra. La catástrofe tiene muchos nombres: progreso y desarrollo, minería, monocultivo, megaproyectos, viajes espaciales, top 10 de Forbes, energías verdes, transición energética, crecimiento económico. Cambia el nombre pero el resultado es el mismo: ecocidio y genocidio a escala planetaria.
Viene la COP26, una cumbre mundial para definir el rumbo de la adaptación y mitigación a la crisis climática; gobiernos y corporaciones negociarán el futuro del planeta. Pero de antemano conocemos el resultado: los culpables no se juzgan a sí mismos. Quienes se benefician de la destrucción del planeta no ceden sus privilegios, sólo los pintan de verde.
Ante esto, hoy 12 de Octubre de 2021 tenemos una buena noticia para compartir: Los pueblos seguimos vivos, el mundo no se va a acabar, al menos no el nuestro. Hoy celebramos nuestra re-existencia porque llevamos 529 años sembrando futuro: en nuestros territorios vive el 80% de la biodiversidad restante del planeta. En nuestra diversidad florecemos.
Es urgente que la gran mayoría asuma la responsabilidad de dejar de consumir nuestros territorios y reconozcan a quienes defienden la tierra como alternativas vivas a la crisis climática.
La justicia climática no nacerá de las grandes negociaciones de arriba sino en quienes estamos cerquita de la tierra. Los pueblos en resistencia no necesitamos ser salvados, necesitamos que dejen de exterminarnos. Es urgente que la gran mayoría asuma la responsabilidad de dejar de consumir nuestros territorios y reconozcan a quienes defienden la tierra como alternativas vivas a la crisis climática.
Vamos juntando los corazones, vamos organizando la rabia, vamos haciendo de nuestra casa común un territorio vivo, un presente digno.
El futuro no se negocia,
el futuro se defiende.
#DefensorasDeLaTierra
12 de Octubre 2021